9.12.09

La imaginación y la inventiva como prodigio


Yo no tengo ética, suelo tomarla prestada del asco que me produce el pudor. Y mis argumentos no son teóricos, sino vitales. Es evidente que no quiero mostrarme, pues considero que sólo puedo hacerlo a través de la parodia. 

Eso es lo que intento.

Me interesa la periferia de la imaginación que con tanto desafío solemos representar a través del lenguaje, o al menos, que algunos intentamos representar. Sin embargo, me resulta imposible en el único sentido que la verdad permite, no fracasar de forma sistemática.

Un ensanchamiento de la imaginación (literaria), que se aleja de la esencia narrativa en sus dimensiones básicas (papel y tinta); allí estoy yo. Un ejercicio de superficialidad que hurga en la inventiva, en la creación de un hombre vivo. Nada nuevo, tiene usted razón. Pero allí está mi intención. Con ella aclaro mi postura ante el arte y la literatura del siglo que comenzó a correr hace unos cuantos años.

Dicho de otro modo: estoy creando mi propia ideología literaria, tan necesaria en esta época, ante la cual los otros –entre quienes se encuentra usted– deberán sentar posición. De lo contrario, no tienen nada que buscar en esta biblioteca ombliguista. Creemos –creo– en las frases, las historias que construyen y la incertidumbre que generan.

2 comentarios:

Manuel Barrientos dijo...

Lucas quisiera hacerte una pregunta que me deja curiosidad: en tu libro (El Famoso Caso de las Cartas de Lucas Meneses), se publica al final una carta -la cual le da un giro de 180 grados a la trama- recibida anonimamente(o eso hace pensar) al editor del libro. ¿Hubo alguna razón para darle credibilidad al autor?; es decir, pudo haber sido cualquier loco que escribio un esquizofrénico significado a las cartas de max y decidio enviarselo a ustedes, ¿o acáso recibieron un motivo fuerte para saber que la información era verdadera?. Agredeciendo tu respuesta

Lucas Meneses dijo...

Estimado Manuel, en tiempos de infofrenia colectiva (piensa en el peso que se le está dando al Twitter, por ejemplo) cualquier información da para pensar en el significado de lo real. A diario suscribimos datos y frases que nos dicen los diarios, los funcionarios, los amigos, y al poco tiempo descubrimos que eran medias verdades. O una fabricación práctica con intenciones claras.

Esa carta anónima al editor no deja de ser un elemento más para construir la historia que tanto busqué. No es descabellado pensar que puede tener un asidero real. Incluso, que partió del alguien muy cercano a mí, para demostrar que la investigación periodística no es ni debe ser leve, o banal.

No sé si con esto te respondo, pero creo que es tarea de cada lector escoger su pedazo de verdad. A mí no me enviaron nada en su momento, sólo me limité a hacer mi trabajo. Pero si está allí, por algo será.

Un abrazo y gracias por comentar.